Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



lunes, 12 de julio de 2010

Mi encuentro con Edith Stein

Son ya casi cuatro años que partí para Roma tras una sueño; el cursar el Máster sobre la mujer que ofrece la Universidad Europea de Roma, dirigida por los Legionarios de Cristo, en donde funciona una Instituto de Estudios Superiores Sobre la Mujer.

Al momento de partir hacía ya un año que me venía preparando para dar ese paso, sólo mi padre espiritual el P. José María Moriano, L.C., el P. Dennis Doren, L.C., una consagrada del Movimiento Regnum Christi la señorita Rosa Ballesta y la hermana de la Congregación de las Hijas de Cristo Rey Felicidad Espías, conocían mi plan y se convirtieron en mis cómplices.

Fue un año de mucha oración y en ella le pedía a Dios que me diera señales de sí Él quería que emprendiera ese camino. Me enteré de la existencia del máster por el P. Moriano, él conocía muy bien mis inquietudes y mi preocupación por promocionar la dignidad de la mujer en una época en que es pisoteada incluso por la misma mujer. El P. Doren me puso en contacto con el rector de la universidad en Roma mediante un correo electrónico. La señorita Rosa Ballesta escribió a un consagrada en Roma para que me recibiera y me atendiera, está consagrada era una de las encargadas de dirigir el Instituto de Estudios Superiores Sobre la Mujer. La hermana Felicidad llamó a la superiora de su orden en Roma para que me alojara en la casa de la congregación durante mis primeros días en esa ciudad. Me había rodeado de un buen equipo de apoyo, y delante de todos, señalando el camino, ella: María Santísima.

Pasaron muchas cosas hermosas y providenciales en esos días previos a mi partida y también durante el transcurso del máster. Una de esas cosas fue descubrir a la que hasta entonces era desconocida para mí: Edith Stein. Sucedió el primer día de clases del máster, el 13 de diciembre del 2006, la profesora Ángela Ales Bello quien es la autora del prefacio de la obra que recopila una serie de conferencias sobre la mujer dictadas por Edith Stein denominada La Donna (La Mujer), nos preguntó si conocíamos a esta filosofo alemana, sólo dos personas alzaron la mano y yo sin vergüenza por no conocerla dije a viva voz que no la conocía y tras mi comentario la profesora me preguntó de una manera como queriendo decir de dónde salió ésta: “¿Usted de dónde viene?” Y yo respondí tranquilamente: de Venezuela y de seguido ella me dijo: “va a tener que hacer conocer a Edith Stein en su país".

Desde ese momento Edith Stein y su obra comenzaron a estar siempre presente en mi vida. Sentí el deseo de conocerla mejor. El temor a verme el día del examen final frente a esta profesora preguntándome sobre Edtih Stein me hizo recorrer algunas librerías de Roma buscando el libro La Donna, no lo encontraba, estaba agotado. Los dos tomos de esta obra que tiene la biblioteca de la universidad estaban prestados a dos profesores, y ellos por ser profesores podían tenerlos por un año de plazo. ¡Qué esperanzas las mías!, tenía que encontrar ese libro en algún lugar. Hablé con el encargado de la librería de la universidad y le pedí que me encontrara el libro, él pidió este y otros libros de la autora.

El día 01 de febrero del 2007, entre otros libros de Edith Stein, llegó a la librería de la universidad uno titulado “Edith Stein, Vita e Testimonianze”, en este libro varias persona que la conocieron, incluido su director espiritual, hablan de su vida, de su obra, de su conversión al catolicismo, de su ingreso a la orden del Carmelo y de su muerte en Auschwitz, pero no llegó el libro La Donna.

El día 06 de Febrero, fecha en la que la Congregación de los Legionarios de Cristo celebra el Decretum Laudis de la congregación, me encontraba yo en la capilla de la universidad y leyendo un librito que estaba en un banco que contenía los Evangelios de cada día del mes con sus respectivas meditaciones, había allí una reflexión para ese día de Edith Stein. Al salir de la capilla bajé por las escaleras y me dirigía al Bar de la universidad, cuando pasé frente a la librería el encargado me llamó y me dijo que había llegado el libro La Donna. ¡Finalmente!, entré, compré ese libro y otro titulado La Mística de la Cruz. Cuando salí de la librería me encontré, con el entonces hermano venezolano, hoy Padre Isidro Ramírez, L.C. y le conté la coincidencia de lo que me había pasado ese día, la meditación que había leído en la capilla y la llegada de los libros, le conté también lo que me sucedió el primer día de clases. Luego de escucharme el hermano Isidro me dijo: “Esther, y no será que tú tienes que ser la Edith Stein del Movimiento Regnum Christi” y yo le respondí: siempre y cuando no tenga que morir en un holocausto.

Días más tardes, el 21 de febrero, estando en mi habitación, recién llegada de la universidad, buscaba tanteando sobre el armario la llave de éste para abrir una de sus puertas y no lograba encontrarla por lo que decidí subirme a una silla, y al subirme qué me encontré junto a la llave, pues una revista en español fechada 15 de marzo de 1999 en la que se encontraba un artículo titulado “Edith Stein, una mujer intelectual y santa de nuestro tiempo”, ¡no puede ser!, me dije, ¡es increíble!, Edith Stein me persigue. Por supuesto, que está revista la conservo y la tengo a mi lado al momento de escribir este artículo.

Continuando con los eventos, el día 26 de febrero por la noche me encontraba leyendo el libro La Mística de la Cruz y una oración contenida en él me llamó la atención. Al día siguiente, el 27 de febrero, por la tarde asistí a la reunión semanal de las señoras del Regnum Christi denominada Encuentro con Cristo presidida por el P. Paolo Cerquitella. Ese día dábamos continuidad al estudio del Catecismo de la Iglesia Católica que habíamos comenzado. Nos encontrábamos unas siete señoras reunidas y la mecánica era la siguiente: cada una siguiendo un orden iba leyendo varios párrafos. Yo era la quinta o la sexta en el orden, cuando comienzo a leer y avanzo a mi segundo párrafo, no lo podía creer, me tocó leer una parte en la que se encuentra la misma oración que la noche anterior había leído en el libro de La Mística de la Cruz y que cito a continuación:


Oh Señor, dame
todo aquello que me conduce a Ti.
Oh Señor, toma
todo aquello que me separa de Ti.
Oh Señor, arráncame también a mí de mí
y dame todo a Ti.


Suspendí la lectura y le dije al Padre: “esta oración la leí anoche” y saqué el libro que lo llevaba en la cartera y se lo mostré.

El libro La Donna es una obra maravillosa y fue uno de los que contribuyó, junto a la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, a darle forma y contenido a mi tesis del máster titulada “La Dignidad de la Mujer”.

Ha pasado el tiempo y ahora estamos a mediados del mes de julio del 2010, hace unas tres semanas vino a mi casa en Carora, Venezuela, el Padre Ramón Crespo, con quien nunca había tenido la oportunidad de conversar, vino para ver unas colecciones de libros que estoy vendiendo, y hablando sobre libros y sobre los estudios que yo había cursado en Roma, me preguntó que sí yo conocía y había leído a Edtih Stein.

De nuevo Edith Stein se manifiesta y junto con ella la señal inequívoca de una misión que debo cumplir y que no debo aplazar más, el motivo por el que me trasladé a Roma: el de promocionar la Dignidad de la Mujer y el de luchar por defenderla.

Gracias Edith Stein, hoy Santa Teresa Benita de la Cruz, beatificada y canonizada por Juan Pablo II, el Papa de la Mulieris Dignitatem, ¿Casualidad?, no lo creo, son los caminos y las señales de Dios.


Esther María Iannuzzo.

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