Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



lunes, 26 de noviembre de 2012

Procreación e Infertilidad de los Esposos a luz de la Iglesia Católica.



Introducción

La esterilidad no obstante, cualquiera sea la causa y el pronóstico, es ciertamente una dura prueba. En los esposos el deseo de descendencia es natural: expresa la vocación a la paternidad y a la maternidad inscrita en el amor conyugal. Este deseo puede ser todavía más fuerte si los esposos se ven afligidos por una esterilidad que parece incurable[1].

La ausencia de fertilidad produce: sentimiento de frustración en la pareja, sentimiento de frustración personal, sentimiento de soledad y problemas de comprensión y de aceptación en la pareja. Todo ello, trae como consecuencia que algunas parejas traten de superar estos sentimientos acudiendo a las técnicas de fecundación artificial como medida desesperada para ver colmado su anhelo de ser padres. Pero estas técnicas de fecundación artificial son inmorales y su juicio ético se articula en tres puntos: 1. El respeto del embrión humano: El hijo es un don, no un derecho ni un producto, 2. La naturaleza de la sexualidad humana y del acto conyugal: la fecundación artificial es profundamente inmoral porque divide en el acto conyugal la dimensión unitiva y procreativa, 3. La unidad de la familia: en la fecundación artificial el hijo es agregado o introducido en la familia desde el exterior[2].

Lugar natural de la procreación.

El lugar natural para la procreación es el matrimonio. Según el designio de Dios, el matrimonio es el fundamento de la comunidad más amplia de la familia, ya que la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole, en la que encuentran su coronación[3].

La procreación humana presupone la colaboración responsable de los esposos con el amor fecundo de Dios; el don de la vida humana debe realizarse en el matrimonio mediante los actos específicos y exclusivos de los esposos, de acuerdo con las leyes inscritas en sus personas y en su unión[4].

Dios, con la creación del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a perfección la obra de sus manos; los llama a una especial participación de su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana: ≤Y bendíjolos Dios y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla”≥ (Gén. 1,28)[5].


La dignidad de la procreación

Todo ser humano debe ser acogido siempre como un don y bendición de Dios. Sin embargo, desde el punto de vista moral, sólo es verdaderamente responsable, para con quien ha de nacer, la procreación que es fruto del matrimonio. El hijo tiene derecho a ser concebido, llevado en las entrañas, traído al mundo y educado en el matrimonio: sólo a través de la referencia conocida y segura de sus padres pueden los hijos descubrir la propia identidad y alcanzar la madurez humana[6].
La visión cristiana de la procreación contempla tres aspectos: 1. Paternidad y maternidad responsables; 2. El hijo como don y 3. Diferencia entre producir y generar.


1. Paternidad y maternidad responsables.
El amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de "paternidad responsable" sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Entre otros aspectos, la paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores.

En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la iglesia[7].

2. El hijo como don.
El don se acoge.
Si bien el deseo de descendencia de los esposos es natural, el matrimonio no confiere a los cónyuges el “derecho” a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los actos naturales que de suyos se ordenan a la procreación. Un verdadero y propio derecho al hijo sería contrario a su dignidad y a su naturaleza. El hijo no es algo de debido y no puede ser considerado como objeto de propiedad: es más bien un don, “el más grande” y el más gratuito del matrimonio, y es el testimonio vivo de la donación reciproca de sus padres[8].

El derecho al hijo es una expresión impropia, porque ninguno tiene el ≤derecho≥ a tener una persona como si fuera una cosa. Para el creyente el acto procreativo asume un significado aun más grande, en cuanto implica una especial intervención de Dios Creador: ≤Al origen de cada persona humana hay un acto creativo de Dios≥. La capacidad procreativa, inscrita en la sexualidad humana, es – en su verdad más profunda – una cooperación con la potencia creativa de Dios. Y deriva también, que de esta misma capacidad, el hombre y la mujer no son árbitros, no son patrones, llamados como son, en esa y a través de esa, a ser participes de la decisión creativa de Dios≥[9].

3. Diferencia entre producir y generar.
Así como el Verbo Eterno de Dios ha sido “generado en un acto de amor eterno, y no creado”, así en modo análogo las personas. Las palabras “creado por Dios” son destinadas a ser “generado en acto de amor conyugal, y no creado en laboratorio”[10]. La persona no debe ser concebida como un objeto de “producción”, sino siempre y solamente como fruto de un gesto de “procreación”. Debe ser siempre “generada” no “hecha”. Cada persona humana tiene una dignidad que le proviene del hecho mismo de ser persona, fin en sí misma.

Las nuevas tecnologías reproductivas han separado el momento reproductivo del momento sexual: la tecnología incide en la construcción del material humano. Los hijos ya no son “concebidos o generados” como resultado de una relación personal sino “producidos” como objetos de uso cotidiano, de los cuales normalmente nos servimos[11]. El respeto de la dignidad de la persona comienza por el respeto de su origen, por el respeto del modo en el que es traída a la existencia. “Respetar” significa negar a ser reducido a un objeto[12].

Conclusión

Un niño que ha sido generado y no hecho en laboratorio, encarna la unión de su padre con su madre. Ellos no se han simplemente reproducido, ni los padres son simplemente una causa de la cual el hijo es un mero efecto. Más bien, es el poder de su reciproco amor el que ha generado a otro individuo que, si bien es diferente de ambos, es igual en dignidad, y la manifestación viviente del amor que les une. El amor reciproco de los padres ha sido el amor que da la vida, este amor es un autentico acto de procreación[13].

La comunidad cristiana está llamada a iluminar y sostener el sufrimiento de quienes no consiguen ver realizada su legítima aspiración a la paternidad y a la maternidad. Los cónyuges estériles no deben olvidar que incluso cuando la procreación no es posible, no por ello la vida conyugal pierde su valor. La esterilidad física, puede ser ocasión para los esposos de hacer otros importantes servicios a la vida de las personas humanas, como son, por ejemplo, la adopción, los varios tipos de labores educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres y minusvalidos[14].

Se debe impulsar a los hombres de ciencia a proseguir sus trabajos de investigación, con objeto de poder prevenir y remediar las causas de la esterilidad, de manera que los matrimonios estériles consigan procrear respetando su dignidad personal y la de quien ha de nacer[15]. Los expertos de las ciencias, sobre todo biológicas, médicas, sociales y psicológicas, pueden aportar un gran contributo al bien del matrimonio y de la familia y a la paz de las conciencias, sí, uniendo sus estudios busquen esclarecer siempre más a fondo las diversas condiciones que favorezcan una ordenada y honesta procreación humana[16].



Esther María Iannuzzo.



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[1] Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Donum Vitae,  II B, 8.
[2] Cfr. R. LUCAS LUCAS, Bioética para todos, Trillas, México, 20042, 51 – 52.

[3] JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, 14.
[4] CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DV, Introducción 5.
[5] JUAN PABLO II, Exhort. Ap. FC, 28.
[6] CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DV, I A, 1.
[7] PABLO VI, Cart. Enc. Humanae Vitae, 10
[8] Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, DV, II B, 8.
[9] Cfr. E. Sgreccia, Manuale di Bioética Vol. 1, Fondamenti ed etica biomedica, Vita e Pensiero, Milano 20074, 508.
[10] William May.
[11] C. Rolando, ≤“Generazione” o “Produzione” di un nuovo essere umano?≥ en Studia Bioetica Vol. 2, n 1 (2009), 48 - 57.
[12] Ibid.
[13] G. MEILAENDER, Bioethics, A Primer for Christians, 41.
[14] Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE  DV, N. II, 8.
[15] Ibid.
[16]  Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Cons. Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, 52.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Dime qué amigos tienes y descubriré a qué le tiras.



«Aparta totalmente de tu camino a las personas negativas y los malos ejemplos, ellos solo dañarán tu vida y tu corazón».



"Elige bien tus amistades y llegarás lejos; pide consejo, y serás sabio".


Una de las mayores preocupaciones que hoy los padres de familia tienen, y que es su principal dolor de cabeza, es la compañía de sus hijos; amigos y amigas que vienen y van, que entran y salen; amigos virtuales y amigos reales, unos buenos y otros no tanto, unos educados y otros algo pedantes, unos sanos y otros golpeados por la vida, unos simpáticos y otros antipáticos, unos abstemios y otros borrachos, unos holgazanes y otros deportistas.

Esto de los amigos parece un bufet de todos los sabores y tamaños. Esta experiencia de los amigos a los papás los trae de cabeza y los hace sufrir mucho; cada vez con más frecuencia se ve que el ambiente reinante está más pesado, menos controlado, con mayores libertades y menos límites.

Una cosa es cierta, dependiendo del tipo de amigos que tengamos, y de los ambientes que frecuentemos, se desarrollará nuestra vida. ¿Quieres una vida serena, segura y llena de éxitos?, ésta no la encontrarás en los antros, ni en la pachanga, ni en la droga, ni en el alcohol; la encontrarás con gente buena y en ambientes sanos, con jóvenes que tengan buenos ideales de vida y una proyección profesional sanamente ambiciosa, aquellos que se han preparado para enfrentar los retos de la vida con dignidad, seriedad y lucha; estos son los amigos que tenemos que buscar y, que en su momento, serán una luz y un apoyo para nuestra vida.

En cierta ocasión, el gran científico Albert Einstein tenía que brindar una charla magistral en Francia; pero, debido a su gran fama y a su muy ocupada agenda, en cuanto a desarrollar más ciencia para beneficio del mundo, se sentía muy cansado.
Sin embargo, en Francia insistían en que él llegara para hablarles sobre sus más grandes teorías; entonces él pensó, le haré una propuesta a mi ayudante, y le dijo: Tengo que ir a Francia esta semana, pues me lo han solicitado, pero estoy muy cansado para hablar toda una mañana, ¿qué te parece si tu te haces pasar por mí y yo por ti?, es decir, hacerme pasar por chofer y nadie se dará cuenta.

El ayudante respondió: si señor, acepto, intercambiemos papeles, y así fue.
Al llegar a Francia, todo el mundo salió a recibirle al auditorio donde iba a dar la cátedra de una de sus teorías. El chofer salió del auto inmediatamente, haciéndose pasar por Albert Einstein, pues solo habían escuchado de él, pero aún no lo conocían en persona. Mientras tanto, el propio Einstein salió del auto y se quedó al lado de la puerta, mirando cómo todos los periodistas se peleaban por hacerle preguntas al señor Einstein (quien realmente era el chofer).

Entonces uno de ellos le dijo: Señor Einstein es un placer poder conocerlo y que esté con nosotros, su fama es tan grande que no nos aguantábamos por que llegara, pero yo deseo saber sobre su teoría de la relatividad, la cual he escuchado pero no la comprendo, explíquemela por favor.

Entonces Einstein (el chofer en este caso), miró fijamente al reportero y le dijo: Mi teoría de la relatividad claro, pero mire es tan fácil de entender que no creo que usted no la entienda. Sí -le dijo de nuevo el periodista- aún no entiendo, explíquemela por favor.

Pero si es algo tan pero tan fácil –replicó Einstein (el chofer)- que no puedo creer que no la sepa. Lo miró de nuevo fijamente, y le dijo: Es tan fácil que hasta mi chofer se la puede explicar, a ver explícaselas tú!!!!!! –dijo al chofer (Einstein). Y de forma muy inteligente y astuta, el pobre chofer se quitó de encima una gran carga y problema...

Moraleja: El que anda con sabios, sabio se hace y se le pasa su inteligencia. El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Elige bien tus amistades y llegarás lejos; pide consejo, y serás sabio. Aparta totalmente de tu camino a las personas negativas y los malos ejemplos, ellos solo dañarán tu vida y tu corazón.

Dios patrocina solamente excelencia y la hace llegar a través de personas moderadas, que saben discernir lo bueno y lo malo y que buscan siempre hacer el bien.

P. Dennis Doren, L.C.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Mensaje del Concilio Vaticano II a los artistas.


Michelangelo Buonarroti.

A todos vosotros ahora, artistas, que estáis prendados de la belleza y que trabajáis por ella; poetas y gentes de letras, pintores, escultores, arquitectos, músicos, hombres de teatro y cineastas... A todos vosotros, la Iglesia del Concilio dice por nuestras voz: Si sois los amigos del arte verdadero, vosotros sois nuestros amigos.

La Iglesia está aliada desde hace tiempo con vosotros. Vosotros habéis construido y decorado sus templos, celebrado sus dogmas, enriquecido su liturgia. Vosotros habéis ayudado a traducir su divino mensaje en la lengua de las formas y las figuras, convirtiendo en visible el mundo invisible.

Capilla Sixtina.
Hoy como ayer, la Iglesia os necesita y se vuelve hacia vosotros. Ella os dice por nuestra voz: No permitáis que se rompa una alianza fecunda entre todos. No rehuséis poner vuestro talento al servicio de la verdad divina. No cerréis vuestro espíritu al soplo del Espíritu Santo. 

Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, es quien pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicarse en la admiración. Y todo ello por vuestras manos.

Que estas manos sean puras y desinteresadas. Recordad que sois los guardianes de la belleza en el mundo, que esto baste para libertaros de placeres efímeros y sin verdadero valor, para libraros de la búsqueda de expresiones extrañas o desagradables.

La Piedad.
Sed siempre y en todo lugar dignos de vuestro ideal y seréis dignos de la Iglesia, que por nuestra voz os dirige en este día su mensaje de amistad, de salvación, de gracia y de bendición.

8 de diciembre de 1965.




 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Valores en el Noviazgo.



Descubre los valores que te ayudaran a hacer del noviazgo una relación profunda, sincera y llena de respeto.

En algún momento de nuestra vida nos descubrimos ilusionados y cautivados por una persona en especial. Podemos afirmar que nada se compara con la presencia de “ese alguien” y nuestro cariño se fortalece en la medida que encontramos correspondencia a las atenciones y detalles que mutuamente se procuran en pareja.

Lamentablemente, pocas son las parejas que pudieran servir de modelo para ilustrar como debe vivirse el noviazgo. Los más nobles sentimientos parecen estar sometidos a unos cuantos encuentros casuales, al placer sensual, a rendir nuestro juicio y voluntad a las exigencias de la otra persona. Tal vez la modernidad propone una vida sin compromisos, donde a final de cuentas lo importante es “pasar un buen rato”…

El noviazgo es sinónimo de correspondencia y afinidad, ¿pero en qué? Primeramente en valores, sentimientos, intereses, gustos, aficiones… eso es lo importante; la atracción física y la diversión son los elementos decorativos de una relación profunda, pero nunca, el motivo de unión y de entrega absoluta.

Si deseamos que el noviazgo sea un medio para el desarrollo individual y el crecimiento como pareja, es necesario poner en práctica algunos valores necesarios e importantes para lograr este objetivo:

Respeto
Siempre se habla de respetar ideas, gustos, hábitos y costumbres, pero eso no significa estar de acuerdo con todo, o permanecer indiferentes. Muchos de estos aspectos pueden no parecernos e incluso disgustarnos y lo correcto será ayudarse mutuamente a corregirlos. Recordemos que cuando existe un interés y cariño auténticos, siempre se buscará el bien de la otra persona.

El respeto en pareja también debe vivirse en las manifestaciones de cariño: caricias, abrazos, besos e incluso palabras. ¿Cómo saber que estamos actuando correctamente? Alguien decía a una joven pareja: “Cuando estén a solas, compórtense de la misma manera que si estuvieran delante de sus padres o de otras personas; así no se equivocarán, ni cometerán una imprudencia”.

Con nuestro digno comportamiento, también demostramos respeto por nuestros padres, la familia y todos los principios morales recibidos en casa, la escuela y la religión.

Decencia
En el noviazgo siempre es necesario evitar todo aquello que sea provocativo: ropa, posturas, caricias, palabras y hasta algunos tipos de baile, estos son recursos que utilizan las personas para aprovecharse de la situación y lo único que buscan es una relación pasajera. Si deseas que te tomen en serio y te aprecien de verdad, evítalas; así no darás la impresión de ser una “persona fácil”. También es conveniente tener un horario adecuado para salir, pues siempre habrá murmuraciones respecto a las parejas trasnochadoras.

Después de todo, cualquier persona prefiere entablar una relación seria con alguien que viva este valor, pues no existe nada en su conducta que sea reprochable, ni rumores ni calumnias, sólo comentarios positivos. El comportarse decentemente garantiza tu buena fama.

Sana Diversión
Uno de los más grandes peligros que existen en los noviazgos, es la búsqueda constante de nuevas diversiones. Lo más difícil es encontrar actividades que nos permitan vivir los valores y conducirnos con respeto.

La ociosidad y la falta de prudencia en pareja constituyen la causa de todos los desaciertos que se cometen. Por eso ayuda mucho el asistir a lugares públicos con adecuada iluminación; participar en actividades de conjunto; platicar en casa o ver películas a puertas abiertas, además de cerciorarse que alguna otra persona se encuentra en el lugar; tener alguna afición: deportes, música, pintura, colecciones; utilizar el auto para transportarse y no como “refugio” para tener cierta intimidad.

Conviene recordar que los lugares y actividades donde circula el alcohol, drogas o prevalece un ambiente sensual, disminuye nuestra capacidad de autodominio; por lo tanto, no deben considerarse como la mejor opción para divertirse.

Autoestima
En apariencia la autoestima en un valor egoísta, donde proteger nuestro yo íntimo es lo más importante para no salir lastimados. Pero la realidad es que la autoestima nos permite descubrir todo lo bueno que tenemos (cualidades, habilidades, hábitos), así como nuestros defectos. Esto nos permite desarrollar nuestras cualidades y buscar la manera de superar nuestras fallas. El conocimiento propio nos brinda seguridad y confianza, tomando conciencia del valor que como personas tenemos.

Cuando la autoestima está bien fundamentada, se aprende a aceptar los consejos y críticas para mejorar nuestra persona: modales, vocabulario, forma de vestir, disposición al trabajo o al estudio, relación familiar, etc. Pero también nos ayuda a defender nuestros principios morales, rechazar la manipulación de nuestras ideas y sentimientos para ceder a los caprichos de otra persona, sea cambiando nuestra conducta, creencias, amistades o donar nuestro cuerpo por temor a perder “ese cariño”.

A pesar del dictado de nuestros sentimientos, la autoestima nos permite abandonar una relación que no prospera por las discusiones, la falta de entendimiento y de respeto, o que definitivamente nos impide comportarnos con dignidad.

Compromiso
¿Compromiso en el noviazgo? Esto si que es novedad. Aunque parezca exagerado y fuera de contexto, no debería extrañarnos hablar de este valor si lo consideramos como elemento indispensable para desarrollar nuestra personalidad.
La formalidad en nuestra conducta nos lleva a cumplir lo mejor posible los compromisos adquiridos, esto es, corresponder a la confianza depositada, demostrar que nuestra palabra empeñada vale tanto o más que un contrato escrito, vivir la sinceridad evitando la mentira y la doble personalidad, discretos para no revelar las confidencias recibidas… ¡Lo mismo que en un trabajo profesional, con los amigos o en familia! Ese es el primer compromiso que tenemos: ser honestos con nosotros mismos para poder cumplir íntegramente con los demás..

En todas las relaciones humanas hace falta comportarse con madurez y seriedad; el noviazgo no es una relación de segunda categoría por ser una “relación informal”. Esto significa evitar jugar con los sentimientos de la otra persona, engañar a varias a la vez o buscar la compañía para cuando no haya algo mejor que hacer...
De alguna manera, al vivir lo mejor posible nuestro noviazgo nos estamos preparando para adquirir mayores compromisos, como puede ser el matrimonio. Lo cierto es que la falta de compromiso en cualquier actividad o relación, termina por llevarnos a la superficialidad, la apatía y la trampa… ¿Se puede confiar en alguien así?

Esto no quiere decir que al tener una pareja debemos permanecer “atados” indefinidamente. Se trata de poner en orden nuestros intereses, planes, actividades y sentimientos, para encontrar el momento justo y la persona adecuada para emprender una relación. Comportarse de esta manera, nos da personalidad, madurez y calidad humana.

Devolver el encanto al noviazgo es algo más que ver la vida color de rosa, es recuperar el respeto y la dignidad de hombres y mujeres, convirtiéndose en personas con la capacidad de formar una familia que vive y transmite valores humanos a la sociedad.


P. Dennis Doren, L.C.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mensaje del Concilio Vaticano II a los hombres del pensamiento y de la ciencia.



Un saludo especial para vosotros, los buscadores de la verdad; a vosotros, los hombres del pensamiento y de la ciencia, los exploradores del hombre, del universo y de la historia; a todos vosotros, los peregrinos en marcha hacia la luz, y a todos aquellos que se han parado en el camino, fatigados y decepcionados por una vana búsqueda.

¿Por qué un saludo especial para vosotros? Porque todos nosotros aquí, Obispos, Padres conciliares, estamos a la escucha de la verdad. Nuestros esfuerzo durante estos cuatro años, ¿qué ha sido sino una búsqueda más atenta y una profundización del mensaje de verdad confiado a la Iglesia y un esfuerzo de docilidad más perfecta al Espíritu de la verdad?

No podíamos, por tanto, dejar de encontraros. Vuestro camino es el nuestro. Vuestros senderos no son nunca extraños a los nuestros. Somos los amigos de vuestra vocación de investigadores, aliados de vuestras fatigas, admiradores de vuestras conquistas y, si es necesario, consoladores de vuestros desalientos y fracasos.


También, pues, para vosotros tenemos un mensaje, y es éste: Continuad buscando sin cansaros, sin desesperar jamás de la verdad. Recordad la palabra de uno de vuestros grandes amigos, san Agustín: «Busquemos con afán de encontrar y encontraremos con el deseo de buscar aún más». Felices los que, poseyendo la verdad, la buscan más todavía a fin de renovarla, profundizar en ella y ofrecerla a los demás. Felices los que, no habiéndola encontrado, caminan hacia ella con un corazón sincero: que busquen la luz de mañana con la luz de hoy, hasta la plenitud de la luz.


Pero no lo olvidéis: si pensar es una gran cosa, pensar ante todo es un deber; desgraciado de aquel que cierra voluntariamente los ojos a la luz. Pensar es también una responsabilidad: ¡Ay de aquellos que oscurecen el espíritu por miles de artificios que le deprimen, le ensoberbecen, le engañan , le deforman! ¿Cuál es el principio básico para los hombres de ciencia sino esforzarse por pensar bien? Para ello, sin turbar vuestros pasos, sin ofuscar vuestras miradas, queremos ofreceros la luz de nuestra lámpara misteriosa: la fe. El que nos la confió es el Maestro soberano del pensamiento, del cual nosotros somos los humildes discípulos; el único que dijo y puedo decir: Yo soy la luz del mundo, yo soy el camino y la verdad y la vida.


Esta palabra se aplica a vosotros. Nunca, quizá, gracias a Dios, ha aparecido tan clara como hoy la posibilidad de un profundo acuerdo entre la verdadera ciencia y la verdadera fe, una y otra al servicio de la única verdad. No impidáis este preciado encuentro. Tened confianza en la fe, esa gran amiga de la inteligencia. Alumbraos en su luz para descubrir la verdad, toda la verdad. Tal es el deseo, el aliento, la esperanza que os expresan, antes de separarse, los Padres del mundo entero, reunidos en Roma en Concilio.



8 de diciembre de 1965.




Fuente de la información: http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1965/documents/hf_p-vi_spe_19651208_epilogo-concilio-intelletuali_sp.html