Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



domingo, 19 de agosto de 2012

Nunca subestimes el poder de tus palabras o de tus acciones.

Dickens fue un gran observador de la naturaleza humana, y me atrevo a decir, que un gran amante del hombre, por ello desvela con tanta precisión sentimientos y pensamientos ocultos, con los que de alguna manera uno acaba encontrándose e identificándose.

Es un hecho maravilloso y digno de reflexionar sobre él, que cada uno de los seres humanos es un profundo secreto para los demás. A veces, cuando entro de noche en una ciudad, no puedo menos que pensar que cada una de aquellas casas envueltas en la sombra, guarda su propio secreto; que cada una de las habitaciones de cada una de ellas encierra, también, su secreto; que cada corazón que late en los centenares de millares de pechos que allí hay, es, en ciertas cosas, un secreto para el corazón que más cerca de él late".

Hoy podemos constatar, que en el corazón de nosotros se almacenan muchos secretos y muchos sentimientos, tal vez hoy te toque dar una palabra de ánimo, de consuelo y de apoyo, no pierdas la oportunidad de hacerlo, este pequeño acto de amor y de respeto puede marcar la vida de los otros y tu propia vida.

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa, se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: ¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe ser un “empollón”. Yo ya tenía planes para todo el fin de semana, fiestas y un partido de futbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él. Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi sus lágrimas correr por el rostro, le acerqué a sus manos sus gafas y le dije: "Esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto". Me miró y me dijo: "¡Gracias!". Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud.

Le ayudé con sus libros, vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada. Caminamos hasta casa. Le ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar al futbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos.

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle, con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije: “Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días”, se rió y me dio la mitad para que le ayudara.

Durante los siguientes cuatro años, nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de futbol.

Llegó el gran día de la Graduación, él preparó el discurso; yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar y Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas; tenía más citas con chicas que yo, y todas lo adoraban. ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije: “Vas a estar genial, amigo”. Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió: “Gracias”, me dijo. Limpió su garganta y comenzó su discurso:

“La graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador..., pero principalmente, a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia”. Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos.

Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía. “Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable”. Yo escuchaba con asombro cómo este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. En ese momento, me di cuenta de lo profundo de sus palabras: "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera".

“Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar cómo volar”. Hay personas que se dedican a iluminar las vidas de otros con su alegría y su cariño, y eso a veces vale mucho.

Muchas veces omitimos hacer el bien, porque nos da pena, nos asusta el qué dirán; y esa acción y omisión, puede determinar el futuro de una persona, no pierdas la oportunidad...

P. Dennis Doren, L.C.

jueves, 16 de agosto de 2012

Los católicos y el voto electoral



La participación en la vida política del propio país es un derecho y es también un deber que tiene cada ciudadano. Para el católico es una obligación ineludible. Sólo participando activamente en los procesos electorales que se lleven a cabo, a cualquier nivel, en nuestro país podemos tener influencia en las medidas y leyes que se pretendan llevar adelante para ser aprobadas. Sólo participando activamente podemos lograr mantener vivos y firmes los valores morales fundados en nuestra Fe, allí donde aun están presentes, y ayudar a restaurarlos donde se han perdido. No participar activamente en los procesos electorales de nuestro país es un grave pecado de omisión.

El relativismo moral que ha ido invadiendo el mundo y que ha logrado nublar las conciencias de muchas personas hace que, en menor o mayor grado, ya no distingamos lo que es bueno de lo que es malo, lo que es moral de lo que es inmoral. Ahora todo es relativo según la opinión y los gustos de cada persona y según el lugar. Todo es válido y hay que complacer a todos de acuerdo a sus gustos y a sus preferencias. Este relativismo moral ha penetrado también el ámbito político. Vemos, cada vez con más frecuencia, como quienes compiten como candidatos a legisladores, a la gobernación de un estado o a la presidencia de un país, se manifiestan a favor del aborto y/o muestran simpatía por el llamado matrimonio entre homosexuales. Este fenómeno está recorriendo los países de Latinoamérica. ¿Propuestas y ofrecimientos para ganar más adeptos, para lograr los votos de las estas minorías? Es probable, ¿Condición que se hace necesaria para lograr el apoyo a un determinado candidato presidencial por parte de algunos organismos internacionales que, con ese apoyo brindado, se garantizan que de ganar las elecciones ese candidato pueden introducir en ese país determinados programas por demás inmorales? Quizás. Todo es posible. Pero lo que está bien claro es que ninguna de estas dos causas; una ley que despenalice el aborto y una ley que apruebe el matrimonio entre personas de mismo sexo, entre otras igualmente inaceptables, son justas ni representan un bien para la persona ni para la sociedad.

Hay procesos electorales en los que ninguno de los candidatos que se presentan a la contienda reúnen todas las condiciones idóneas para ser electos, ya que pueden haber uno o varios aspectos en sus propuestas de gobierno, o en sus intenciones no del todo explicitas pero que se dejan entrever, que nos muestran que de ganar las elecciones cualquiera de esos candidato estaremos frente a procesos de aprobación de leyes que atentarían contra la dignidad de la persona humana, en alguno o en varios aspectos y, por ende, con serias repercusiones en la sociedad en general.

Puede ser que los programas de gobierno, de alguno o de todos los candidatos que se presenten a la contiendan electoral, se muestren muy bien estructurados a nivel económico, por ejemplo, y que pudiera ser muy factible llevarlo a cumplimiento. Esto, sin duda, es muy atractivo para los ciudadanos principalmente en las regiones y en los países donde la crisis económica golpea más fuertemente. Pero que, a su vez, estos candidatos en sus programas de gobierno tengan contemplado, explícita o implícitamente, llevar a cabo algunos cambios o procesos que no van en concordancia o que choquen fuertemente con la fe católica; aquí se le presenta al ciudadano católico que quiere cumplir de manera impecable con el doble deber, cívico y cristiano del voto electoral, un conflicto de tipo moral. Por una parte, el deber como ciudadano le llama a participar con su voto en la elección de las autoridades que con su proyecto de gobierno regirán los destinos de una región o de un país, y de cada una de las personas que allí habitan. Tiene el derecho/deber de decidirse por un candidato, el que considere que reúne todas las condiciones para cumplir con tan grande responsabilidad y apoyarlo con el propio voto. Por otra parte, el deber como católico va más allá, y le indica que la elección de su voto debe ser coherente con los principios de su fe.

Debido a este conflicto moral, sucede muchas veces que el ciudadano católico se siente en medio de una encrucijada˸ ¿Votar o no votar? Ambos deberes se encuentran en conflicto, quiere cumplir con sus obligaciones pero no quiere equivocarse. No quiere cooperar ni directamente ni indirectamente al mal, ni por acción ni por omisión. No quiere verse en el futuro cómplice de medidas y de leyes que atenten contra el bien común.

La respuesta a este dilema es: que si, que debe votar y elegir, luego de un minucioso discernimiento, la opción que represente el mal menor. De no votar, de no pronunciarse a favor de aquella candidatura que represente el mal menor, le estaría dando la oportunidad del triunfo a aquella que representa el mal mayor. Pero todo no queda aquí, la responsabilidad no termina el día de las elecciones.

Una vez realizadas las elecciones, ya sea que los resultados hayan favorecido o no al candidato al que le hemos dado nuestro voto, comienza otra etapa de nuestro deber y responsabilidad ciudadana y cristiana: tenemos que pronunciarnos de manera activa y firme, hasta donde nos sea posible, en contra de la aprobación de aquellas leyes que antes nos hicieron dudar sobre si votar o no. Y aun así, si fuesen aprobadas, hay que luchar para que sean derogadas.

Con relación al cumplimiento de los deberes civiles comunes por parte de los ciudadanos católicos, de acuerdo a su conciencia cristiana, el Concilio Vaticano II enseña que: ≤los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la “política”; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común, que comprende la promoción y defensa de bienes tales como el orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y el ambiente, la justicia, la solidaridad, etc.≥[1].

La fe en Jesucristo, que se ha definido a sí mismo ≤camino, verdad y vida≥ (Jn 14,6), exige a los cristianos el esfuerzo de entregarse con mayor diligencia en la construcción de una cultura que, inspirada en el Evangelio, reproponga el patrimonio de valores y contenidos de la tradición católica. Es insuficiente y reductivo pensar que el compromiso social de los católicos se deba limitar a una simple transformación de las estructuras, pues si en la base no hay una cultura capaz de acoger, justificar y proyectar las instancias que derivan de la fe y de la moral, las transformaciones se apoyaran siempre sobre fundamentos frágiles[2].

Esther María Iannuzzo.



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1. Cfr. JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Christifideles laici, n 42.
2. Cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Nota Doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, n 7.



lunes, 13 de agosto de 2012

Consejos de un padre a su hijo.


Jackson Brown no es un gran pensador ni un Nobel de Literatura, ni siquiera un súper empresario; es sólo un hombre común, un padre como cualquier padre, preocupado por la felicidad de su hijo, que quiso escribir estos simples “consejos” al momento que éste se iría a estudiar a la Universidad, lejos de su casa. Vivir Feliz es el título de sus consejos, un título no sólo sugestivo, título que es pregunta y respuesta, y nace del corazón de todo hombre.

Un error a la hora de querer vivir feliz es sentarse a esperar. La acción de búsqueda es ya un síntoma de estar en disposición para encontrarla. ¿Por qué entonces, aunque todos buscamos la felicidad, se oyen más lamentaciones que muestras de ella? Porque cuando, en realidad no se ha encontrado, es más fácil hablar del dolor o de la infelicidad. Kierkegaard decía que la puerta de la felicidad se abre hacia fuera, y el doctor Enrique Rojas añade que los inmaduros, por el contrario, abren la puerta de su felicidad hacia dentro, la cierran luego, y a continuación, pierden la llave. Cuando se está más pendiente de lo que necesita el otro, la misma satisfacción del otro hace que se experimente esa felicidad, y se ratifica aquello de que somos más felices al dar que el recibir. Para eso hay que quitar algunas malas hierbas como la envidia o el resentimiento.

La envidia es sentir tristeza ante los éxitos de los demás, o sentir alegría ante los fracasos ajenos. Para superar esta tristeza, el mejor método es imitar las cosas positivas del otro. Johann Wolfgang Goethe aseguraba que «el hombre más feliz del mundo es aquel que sabe reconocer los méritos de los demás y se alegra del bien ajeno como si fuera propio». Y para curar del todo el resentimiento, es imprescindible el perdón. Mientras se tenga resentimiento y odio, es imposible ser feliz.

VIVIR FELIZ

Contempla un amanecer y un atardecer por lo menos una vez al año.

Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.

Ten un buen equipo de música.

Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.

Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.

Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.

Evita a las personas negativas, siempre tienen dos problemas para cada solución.

Que tu auto no sea muy caro, pero date el gusto de tener una buena casa.

No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.

No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Normalmente ya lo sabe.

Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).

Anímate a presentarte a alguien que te cae bien simplemente, que no conoces y con una sonrisa en tus labios dile: Mi nombre es fulano de tal, todavía no nos han presentado.

No amenaces si no estás dispuesto a cumplir.

Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.

Haz lo que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.

Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo.

Aprende a mirar a la gente desde sus zapatos y no desde los tuyos.

Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.

Recuerda el proverbio: Sin deudas, sin peligro.

No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.

Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. (El que no vive para servir, no sirve para vivir).

Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.

Confía en Dios, pero cierra tu auto con llave.

Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también “el gran riesgo”.

Nunca confundas riqueza con éxito, ni riqueza con felicidad.

No pierdas el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.

No esperes que otro sepa lo que quieres que sepa si no se lo dices.

Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos jóvenes paguen parte de sus estudios.

Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos.

Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.

No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.

No deseches una buena idea porque no te gusta de quién viene.

Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte de nuestra vida encima de él.

No confundas confort con felicidad.

Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal…

Escucha el doble de lo que hablas (por eso Dios nos dio dos oídos y sola una boca).

Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no sólo a los amigos.

Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos.

Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento.

Recuerda que la felicidad no es una meta, sino un camino: disfruta mientras lo recorres.

Para evitar sentirte frustrado, no pongas metas imposibles para un hombre.

“La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo... simplemente disfruta al máximo de todo lo que Dios pone en su camino”.

Espero que estos sencillos tips te iluminen y te enseñen otras posibilidades. Realmente la vida feliz es más fácil de lo que pensamos y creemos; como siempre, todo está en nuestras manos y en los deseos del alma de llegar a una felicidad plena… ¿REALMENTE ERES FELIZ? buena pregunta para este día. Muchos la buscan, todos la desean. Como una paradoja, se vende todo por conseguirla y se adquiere de todo por conservarla. La felicidad es ese escurridizo anhelo que pide ser permanente y que se confunde con lo efímero. ¿Es lo mismo alegría y felicidad?, ¿depende de las circunstancias el ser feliz?, ¿de mí? La felicidad es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa.

La felicidad nunca es completa en este mundo, pero siempre hay razones más que suficientes de alegría para llenar nuestra vida de entusiasmo; no debemos renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos hoy y no podemos pasar la vida soñando o esperando la felicidad entera, ella sólo vendrá el día en que encontrándote con Dios, le presentes tu hoja de servicio llena de actos de amor, de bien, verdad y bondad.


P. Dennis Doren, L.C.



sábado, 11 de agosto de 2012

Compañeros de viaje.



Dios quiere que todos seamos sus mensajeros dondequiera que nos encontremos.

Por causa de mis estudios de Bioética debo viajar con frecuencia de Venezuela a Roma, haciendo siempre escala en Madrid ya que no tomo vuelos directos. En el transcurso de estos viajes que comienzan en mi ciudad Carora desde donde me traslado hasta la capital del Estado Lara Barquisimeto para tomar un vuelo interno hasta el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, en donde tomo el vuelo Caracas – Madrid, conozco y comparto con varias personas dentro de cada aeropuerto y al interno de cada vuelo.
Por lo general, cada vez que voy a Roma, junto con las clases a las que debo asistir debo también presentar algunos exámenes, por lo cual en mi equipaje de mano siempre llevo algún material de una de las materias de la cual debo dar un examen. Pero suele ocurrir que no estudio nada ni en los aeropuertos ni durante los vuelos. Sucede, casi siempre, que al cruzar dos palabras con alguna persona y comentar lo que cada una va a hacer en el destino al que se dirige; cuando yo digo que estudio Bioética me preguntan con cara de quien escucha o ve una cosa rara: “Y qué es ESO?” o dicen: “Disculpa mi ignorancia pero qué es Bioética”… Y allí comienza la cosa. Luego de definir etimológicamente la palabra bioética y mencionar algunos de los temas de los que se ocupa esta ciencia; comienzan las preguntas. Los temas más comentados son: el aborto, los anticonceptivos y recientemente el suicidio en los jóvenes como problema social, sus causas, etc.
Entre las personas con las que he compartido durante mis viajes del 2012 se encuentran: un flautista venezolano reconocido a nivel internacional que se me acercó en el aeropuerto internacional de Maiquetía mientras yo almorzaba en un conocido restaurante de hamburguesas y me preguntó que si se podía sentar conmigo. Yo lo reconocí y le dije que si, luego se sentó con nosotros un compañero suyo. Iniciamos una conversación y, luego de explicarle qué cosa es la Bioética, él tocó el tema del aborto. Me planteaba situaciones difíciles en las que según él se podía justificar el aborto, como en casos de violación y en el caso de una muchacha que él dijo conocer quién es epiléptica y quedó embarazada. Ante sus planteamientos yo respondía siempre que no, que si bien se trataba de situaciones muy difíciles, no se justificaba el aborto. Ante mi postura él se dio cuenta de que yo soy católica y me dijo: “Tú eres del Opus Dei” y yo le respondí que no. Dios se vale de muchos medios, este músico se me acercó y pidió sentarse en mi mesa porque me confundió con una artista. No creo en casualidades, espero haber hecho lo que me correspondía.           
En ese mismo viaje mi vecina de asiento en el vuelo Caracas – Madrid era una señora venezolana que vive en España con la que comencé a conversar apenas embarcamos. Luego de la cena yo me dispuse a estudiar una materia que se refiere a la vida pre-natal, saqué mis apuntes y el libro de texto que lleva el mismo nombre de la materia El Alba del Yo. Cuando la señora vio el libro me preguntó que de qué trataba y yo le respondí, luego me dijo que su nuera es neonatologola y que le podía venir bien ese libro, y comenzó a anotar los datos del libro, y allí comenzó otro dialogo en el que tocamos también los temas de la homosexualidad y del transexualismo.
Historias como estas tengo algunas otras. Al ver que situaciones como estas se repetían en cada uno de mis viajes y que si bien no cumplía mi propósito de estudiar en los aeropuertos y durante los vuelos y esto me creaba cierto malestar por una parte, por otra parte me di cuenta que en cada uno de mis viajes estaba encerrada una misión: la de propagar el evangelio de la vida. En cada uno de mis viajes realizo un apostolado, llevo mensajes a las personas con las que me cruzo, Dios me utiliza como un instrumento. Ahora, en medio de mis oraciones como preparación para cada viaje, incluyo la intención de poder ser un buen instrumento y de saber transmitir, a cada persona que me encuentro, el mensaje que Dios quiere que le lleve.
Así, como sucedo conmigo, Dios quiere que todos sean sus mensajeros dondequiera que se encuentren, que sean testigos con palabras y con hecho del Evangelio, que toquemos los corazones y las conciencias de cada persona con la que nos crucemos. Somos un puente entre Dios, nuestro Padre, y nuestros hermanos y debemos estar atentos a los que Él nos va pidiendo.

Esther María Iannuzzo.


jueves, 9 de agosto de 2012

El Milagro del Amor de Dios.


Los milagros forman parte de nuestra vida cotidiana; cada uno de nosotros es un milagro; la vida es un milagro, la salud es un milagro, poder ver, cantar, reír, soñar. Vivimos en medio de un milagro, y tal vez nunca lo hemos valorado. Cada día asómbrate, admírate de tantas cosas con la cuales convives y tal vez te has acostumbrado, todas ellas forman parte de este milagro que es la vida y que eres tú, no dejes de compartirlas con los demás.

Como cualquier madre, cuando Karen supo que un nuevo bebé venía en camino hizo todo lo posible para ayudar a su otro hijo, Michael, de tres años de edad, para prepararse para la llegada del bebé. Los exámenes mostraron que era una niñita, y todos los días Michael cantaba cerca de la barriga de su madre. Él ya amaba a su hermanita antes de nacer.

El embarazo se desenvolvió normalmente. En el tiempo programado, vinieron las contracciones. Primero, cada cinco minutos; después cada tres; luego, a cada minuto una contracción. Mas de pronto, surgieron algunas complicaciones y el trabajo de parto de Karen demoró horas, todos discutían la necesidad probable de hacer una cesárea, hasta que al fin, después de mucho tiempo, la hermanita de Michael nació.

Con la sirena al máximo, la ambulancia llevó a la recién nacida a terapia intensiva neonatal del Hospital de Saint Mary. Los días pasaban... y la pequeñita empeoraba. El médico les dijo a sus padres: Prepárense para lo peor. Hay pocas esperanzas.

Karen y su marido comenzaron entonces, los preparativos para el funeral. Algunos días antes ellos estaban arreglando el cuarto para esperar al nuevo bebé, hoy... los planes eran otros. Mientras esto sucedía, Michael, todos los días, pedía a sus padres que lo llevasen para conocer a su hermanita: “Yo quiero cantar para ella”, les decía. La segunda semana de terapia intensiva llegó, y se esperaba que el bebé no sobreviviese hasta el final de ésta. Michael continuaba insistiendo con sus padres para que lo dejasen cantar para su hermana, pero los niños no eran permitidos en terapia intensiva. Entonces, Karen se decidió. Ella llevaría a Michael al hospital de cualquier manera. Él no había visto a su hermana y, si no fuese hoy, tal vez mañana ya no la vería con vida.

Ella vistió a Michael con una ropa un poco mayor, para disfrazar su edad, y se dirigió rumbo al hospital. La enfermera no permitió que el pequeño entrase y exigió que ella lo retirara de ahí. Pero Karen insistió “¡Él no se irá hasta que no vea a su hermanita!”.

Ella llevó a Michael hasta la incubadora. Él miró para aquella pequeña personita que perdía su batalla por la vida. Después de algunos segundos mirándola, él comenzó a cantar con su voz pequeñita: “Tú eres mi sol, y mi único sol. Tú me haces feliz aún cuando el cielo está oscuro...” En ese momento, el bebé pareció revivir... Las pulsaciones comenzaron a bajar y se estabilizó.

Karen animó a Michael para que continuara cantando. “Tú no sabes, querida, cuanto te amo... por favor, no te lleves mi sol ahora...” Mientras Michael cantaba, la respiración difícil del bebé se fue tornando cada vez más suave. - ¡Continúa, querido!, pidió Karen, emocionada. - La otra noche, querida, yo soñé que tú estabas en mis brazos...- y el bebé se comenzó a relajar. - Canta un poco más Michael- pedía su madre. La enfermera comenzó a llorar... -Tú eres mi sol, mi único sol. Tú me haces feliz aun cuando el cielo está oscuro... por favor, no te lleves mi sol ahora...

Al día siguiente, la hermanita de Michael ya se había recuperado y en pocos días se fue para su casa... El Woman’s Day Magazine llamó a esta historia “El milagro de la canción de un hermano”. Los médicos lo llamaron simplemente “milagro”. Karen le llamó “el “milagro del amor de Dios”.

El amor es increíblemente poderoso. Es más poderoso que la muerte.

P. Dennis Doren, L.C.

lunes, 6 de agosto de 2012

Mons. Jean Laffitte, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia: "Divorciados vueltos a casar deben ir a Misa y Comulgar Espiritualmente".



Dado el constante incremento del número de personas que habiéndose unido en matrimonio sacramental se han divorciado y vuelto a casar, originándose como consecuencia de todo esto que estas personas no puedan recibir ni el sacramento de la penitencia ni la comunión eucarística, ocurriendo lo mismo con las personas que sin haber estado antes unidas en matrimonio sacramental se unen en matrimonio civil con personas divorciadas que si han estado unidas en matrimonio sacramental y se han divorciado, he querido hacerme eco de las palabras de Mons. Jean Laffitte, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia, en entrevista concedida a la Agencia de Noticias ACI Prensa el pasado 25 de julio, en la que recuerda que las personas divorciadas vueltas a casar deben participar de la Santa Misa y participar en la Comunión solamente de manera espiritual.
Al final de la nota de ACI Prensa he colocado una oración para realizar la comunión espiritual.


En la entrevista Laffitte señaló, que las personas divorciadas que contrajeron segundas nupcias, aunque no puedan recibir la comunión eucarística " siguen estando plenamente dentro de la Iglesia " y "siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera".

Al recordar la Exhortación Apostólica del Beato Juan Pablo II, Familiaris Consortio, el Prelado explicó que existe una distinción entre la comunión espiritual y la comunión eucarística, que afirma que sin la primera, no puede existir la segunda.

En este sentido, Mons. Laffitte indicó que la comunión espiritual es la forma en la que la persona se une personalmente a Cristo en el momento de la redención del Santo Sacrificio, para así, después, recibir la comunión eucarística.

En esta perspectiva, "las personas que por una u otra razón no pueden recibir la Santa Comunión, o comulgar, siempre pueden tener una comunión espiritual fructífera", remarcó.

"Esto no es una disciplina inventada por la Iglesia", recordó, y por lo tanto, en el matrimonio, "los cónyuges hacen un pacto con Dios, y Dios hace un pacto con ellos", que crea un sacramento indisoluble. Una segunda unión "lo convertiría en algo contradictorio y contrario a lo sacramental".

Finalmente, Mons. Laffite explicó, que para la comunión hace falta preparar el corazón para recibir al Señor, y de este modo, cuando los divorciados vueltos a casar se abstienen de recibirla, "dan mucho más honor al Señor con su sacrificio y ofreciéndose ellos mismos, a través del dolor que tienen en sus corazones, en el sacramento de la Eucaristía".

"Ellos sufren por esto, pero, hay más honor dado por el cuerpo de Cristo en esta situación, que en cuando los bautizados van de manera superficial y a veces, de manera poco digna, a tomar la Comunión, sea cual sea el estado de sus almas", concluyó.

Los divorciados vueltos a casar y el sacramento de la Comunión

La Congregación de la Doctrina para la Fe expresó en su carta a todos los obispos del mundo de octubre de 1994, que una persona divorciada vuelta a casar no puede participar de la Comunión, porque el matrimonio "es la imagen de la relación entre Cristo y su Iglesia".

En ese aspecto, la Iglesia explica que los divorciados vueltos a casar sin un decreto de nulidad para el primer matrimonio, se encuentran en una relación de adulterio que no les permite arrepentirse honestamente, para recibir la absolución de sus pecados y por consiguiente, la Santa Comunión.

Dentro de este marco, para acercarse a los Sacramentos de la Penitencia y a la Eucaristía, deben resolver la irregularidad matrimonial por el Tribunal de los Procesos Matrimoniales u otros procedimientos que se aplican a los matrimonios de los no bautizados, de ser el caso.

Al respecto el Beato Juan Pablo II señala que "la Iglesia desea que estas parejas participen de la vida de la Iglesia hasta donde les sea posible (y esta participación en la Misa, adoración Eucarística, devociones y otros serán de gran ayuda espiritual para ellos) mientras trabajan para lograr la completa participación sacramental".


Fuente de la información:
http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=37747#.UCA3xhvOr6Y.email



Oración para la Comunión Espiritual


Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte entro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Quédate conmigo y no permitas que me separe de ti.

Esther María Iannuzzo.