Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



jueves, 26 de abril de 2012



Marcello Lippi tiene razón˸ yo no soy una tifosa de la Squadra Azzurra… o por lo menos no una verdadera tifosa.

 

En fecha reciente asistí a una charla sobre Ética del deporte que Marcello Lippi, ex-entrenador de la Squadra Azzurra que llevó al equipo a ganar la copa del Mundial de futbol Alemania 2006, dictó en un universidad romana.

Al finalizar la charla se abrió paso a una sesión de preguntas. Yo, la única mujer presente en la sala que formuló una pregunta, cuando me cedieron la palabra, a manera de introducción le dije al señor Lippi que yo era una tifosa de la Squadra Azzurra de Venezuela. Ante mi comentario, el señor Lippi me dice que en Italia se encuentra jugando un jugador de futbol venezolano y me dice su nombre. A lo que yo le dije, muy sinceramente˸  ̏yo no conozco a ese jugador ̋. Lo lamento por mi conterráneo y por mí pero no lo conozco. Ante mi declaración, el Señor Lippi me dice de manera seca y delante de todo el auditorio˸ ̏ Lei non é una tifosa della Squadra Azzurra ̋, entiéndase˸ ̏ Usted no es una aficionada de la Squadra Azurra ̋. Ante este comentario yo me dije para mis adentros˸ ̏ Si que soy una tifosa de la Squadra Azzurra ̋.

Al terminar el evento, yo me repetí por segunda vez ̏ Si que soy una tifosa de la Squadra Azzurra ̋, a lo que añadí˸ ̏ Yo veo algunos de sus partidos, tengo la franela, la gorra… y como si fuera poco por mis venas corre sangre italiana ̋. Un poco más tarde, pensando en lo sucedido, me dije˸ ̏ El señor Lippi tiene razón, yo no soy una tifosa de la Squadra Azzurra, o por lo menos no una verdadera tisosa. Para ser un tifoso no es suficiente ver algunos partidos, tener la franela, la gorra, ni basta con tener sangre italiana. El verdadero tifoso conoce todos los detalles del equipo, su día a día, conoce a todos sus jugadores, sabe de todos sus triunfos y también de todas sus derrotas… y yo, lo debo admitir, no me encuentro en ese nivel ̋.
 
Este episodio me ha servido como introducción para escribir sobre algo que desde hace algún tiempo he venido observando y sobre lo cual deseaba escribir pero no sabía exactamente cómo abordarlo, así que gracias a lo ocurrido con el señor Lippi he encontrado la clave para hacerlo.

Con el hecho de ser católicos, o verdaderos católicos o no, pasa lo mismo o casi lo mismo ₍ya que ambas cosas no se pueden colocar al mismo nivel de importancia₎ que con ser o no un verdadero fanático de algún club deportivo. Al igual que con el ser devotos, o verdaderos devotos, de María.

Vemos con mucha frecuencia a algunos ̏católicos ̋ que van a misa, tienen la biblia en sus casas, puede que la lean o no, y puede darse incluso que de vez en cuando vayan a algún retiro espiritual, y hasta hay quienes están a la cabeza de algún grupo de apostolado o representan a algún movimiento católico de laicos, pero que de acuerdo a su estilo de vida, a lo que expresan con sus palabras y acciones podría perfectamente decirse ̏esta persona no es católica, o por lo menos no se comporta como tal ̋. Hay quienes parecen más bien anti-católicos. Porque ser católicos, o verdaderos católicos, implica un estilo de vida determinado, el ser católicos hay que encarnarlo, vivirlo en todos los aspectos de la vida y transmitirlo a los demás cuando hablamos y cuando callamos, cuando actuamos y cuando estamos quietos, en todo y siempre. Al autentico católico se le conoce y al que no lo es, o no es tan autentico, tarde o temprano también se le conoce realmente. Muchos de los que se denominan devotos de María tampoco son tales. Su devoción se limita a cantarle a la virgen, a ir a alguna procesión y celebrar algunas fiestas marianas, es algo más bien emocional, superficial. Conozco quienes se declaran devotísimos de la virgen, lucen costosas medallas con la imagen de alguna de sus advocaciones, usan los rosarios como collares o pulseras que están tan de moda pero no saben rezar el rosario, y lo que es más lamentable es que tampoco quieren aprender, evaden cuando se les quiere enseñar.

Además, y esto es muy grave, y es a lo que me refiero cuando digo que hay quienes parecen más bien anti-católicos, entre los que se llaman católicos y devotos de María hay quienes se manifiestan abiertamente a favor de algunos tipos de aborto, a favor de los métodos anticonceptivos no naturales, apoyan las uniones libres y el adulterio ₍algunos viven en estas situaciones₎ y otras cosas contrarias a la moral y a la enseñanzas de la iglesia.

Quienes así actúan no son verdaderos católicos y tampoco son verdaderos devotos de María.

Si, tiene razón el señor Lippi˸ ̏ yo no soy una tifosa de la Squadra Azzurra ̋, o por lo menos no una verdadera tifosa. Sólo espero que nadie nunca me tenga que decir, en público o en privado˸ ̏ Esther, tú no eres una verdadera católica ̋ o ˸ ̏ Esther, tú no eres una verdadera devota de María ̋. Esto sí que sería lamentable, esto sí que sería un asunto serio.

Por lo demás, espero llegar a ser una mejor tifosa de la Squadra Azzurra, ci proveró…

Esther María Iannuzzo.

lunes, 2 de abril de 2012





Desde mi Cruz a tu soledad

    Te escribo desde el silencio de mi cruz a tu soledad, a ti, que tantas veces pasé frente a ti y no me recibiste, me miraste sin verme y me oíste sin escucharme.  A ti, que tantas veces prometiste seguirme de cerca y sin saber por qué te distanciaste de las huellas que dejé en el mundo para que no te perdieras, ahí te mostré mi estrella y no la seguiste.
    A ti, que no siempre crees que estoy contigo, que me buscas sin hallarme y a veces pierdes la fe en encontrarme, a ti, que a veces piensas que soy un recuerdo y no comprendes que estoy vivo.
    Yo soy el principio y el fin, soy el camino para no desviarte, la verdad para que no te equivoques y la vida para no morir.
   Mi tema preferido es el amor, por eso estoy aquí en esta cruz en silencio y ofreciendo este dolor, ha sido mi razón para vivir y para morir.
    Yo fui libre hasta el fin, tuve un ideal claro y lo defendí con mi sangre para salvarte.   Fui maestro y servidor, soy sensible a la amistad y hace tiempo que espero que me regales la tuya.
  Nadie como yo conoce tu alma, tus pensamientos, tu proceder, y sé muy bien lo que vales.
   Sé que quizás tu vida te parezca pobre a los ojos del mundo, pero Yo sé que tienes mucho para dar, y estoy seguro que dentro de tu corazón hay un tesoro escondido; conócete a ti mismo y me harás un lugar a mi en Semana Santa.
  Si supieras cuánto hace que golpeo las puertas de tu corazón pidiendo consuelo y no recibo respuesta, parece que tu casa está llena y no hay un espacio para mí, por eso he tenido que pasar de largo.
  A veces también me duele que me ignores y me condenes como lo hizo Herodes y Pilatos, para ambos fui un estorbo, otras que me niegues como Pedro y que otras tantas me traiciones como Judas.
  Y hoy a pocos días de mi muerte, te pido paciencia para tus padres, amor para tu pareja, responsabilidad para con tus hijos, tolerancia para los ancianos, comprensión para todos tus hermanos, compasión para el que sufre, servicio para todos.
  Quisiera no volver a verte egoísta, orgulloso, rebelde, disconforme, pesimista. Desearía que tu vida fuera alegre, siempre joven, siempre sencilla como la de un niño y cristiana.
  Cada vez que aflojes, búscame y me encontrarás, ahí en el silencio de esta cruz; cada vez que te sientas cansado, háblame, cuéntame, ahí estaré esperándote.
  Cada vez que creas que no sirves para nada no te deprimas, no te creas poca cosa, no olvides que yo necesité de un asno para entrar en Jerusalén y necesito de tu pequeñez para entrar en el alma de tu prójimo.
  Cada vez que te sientas solo en el camino, no olvides que estoy contigo.
  No te canses de pedirme que yo no me cansaré de darte, no te canses de seguirme que yo no me cansaré de acompañarte, nunca te dejaré solo.

Aquí a tu lado me tienes, estoy para ayudarte.
 Te quiero mucho, tu amigo:
 Jesús