Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



domingo, 20 de junio de 2010

¿Tenemos garantías para un futuro mejor?

Hace unos días estuve charlando con un amigo y recordábamos lo importante que fue para nuestra época (hace relativamente poco tiempo) la firma de la palabra. Las amistades, los compromisos, los negocios no necesitaban más aval que un estrechón de manos y una mirada profunda a los ojos que insinuaba esa tan desprestigiada frase de nuestros días: “te doy mi palabra”.

¿Qué había detrás de esta cultura centrada en la confianza? No es difícil determinar lo que había detrás de este estrechón de manos. Una formación recibida en la familia de honestidad, de responsabilidad, de respeto, y sobre todo, de dignidad personal. ¿Cómo hablar de estas virtudes en nuestros días cuando la dignidad no se respeta? La mujer, que antes se gloriaba de hacer difícil su conquista, hoy ha perdido mucha de su credibilidad. Los jóvenes que representaban una real esperanza para el futuro, hoy, en muchos casos, son un déficit. ¿Cómo esperar que un estrechón de manos sea suficiente para cerrar un contrato cuando se huele a marihuana, cuando se es un rebelde sin causa, cuando la propia dignidad se pisotea detrás de unas prendas de vestir que hablan a gritos de una dignidad perdida?

Ante esta cultura que reflejan las nuevas generaciones, centrada en muchos casos en la irresponsabilidad, en la falta de ética, en la cultura facilista y materialista, se nos hace difícil pensar en un futuro mejor. No podemos olvidar que las grandes empresas de nuestra nación nacieron de la confianza en un cálido estrechón de manos con un amigo, con un familiar. Es posible que estos hombres, crecidos en una cultura de la confianza y dignidad personales, donde la palabra y los principios morales eran los rectores, quizá duden y, con mucha razón, en delegar la responsabilidad del crecimiento de sus empresas al cambio generacional ¿En quiénes confiarán para tan ardua tarea?

Creo que si estos hombres avezados al trabajo, al esfuerzo, a la lucha por sacar adelante sus empresas, no han preparado ellos mismos a esta nueva generación para la próxima sucesión, habrán fracasado. Esas empresas que un día vieron un claro resplandor, se verán opacadas, divididas y quizá fracasadas por la sencilla razón de no haber percibo a tiempo el terremoto anti-ético que la sociedad materialista y tecnológica han venido preparando.

Quizá la preparación técnica de las nuevas generaciones sea buena e incluso óptima. Sin embargo, queda el triste sabor de la sana pregunta ¿Podemos confiar sólo en este aspecto para delegar el futuro de la sociedad?

P. Daniel Muñoz, L.C.

dmuñoz@legionaries.org

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