Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



domingo, 15 de agosto de 2010

María e Isabel, encuentro de dos mujeres de Fe que celebran la vida.

«Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso» (Lc 1,49)
En Lc 1, 39-56 se narra la visita hecha por María a su prima Isabel tras saber la noticia de que su ya anciana prima se encontraba a la espera del nacimiento de su hijo.

María, que también estaba embarazada, se pone en camino para asistir a Isabel y para celebrar junto a ella la alegría del propio embarazo. ¡Qué alegría produce en la mujer la noticia de que en su seno se gesta una nueva vida!

Hoy, a más de dos mil años de distancia de ese episodio, para muchas mujeres y para algunas sociedades, la noticia de que un niño viene en camino no es motivo de alegría, es más bien motivo alarma y es visto como una amenaza.

Es una amenaza para las mujeres que solo piensan en sí misma, en su cuerpo y en el éxito de una carrera profesional que pudiera verse truncada con la llegada de un hijo. Estas mujeres no han entendido el sentido de la verdadera feminidad como la entendieron y la vivieron María e Isabel. La verdadera feminidad pasa por aceptar y vivir con alegría la maternidad.

Es un amenaza para las mujeres que se encuentran en situaciones difíciles, bien sea de pareja o porque se las verían solas en el embarazo y se convertirían en madres solteras, o porque se encuentran en una situación precaria y no disponen de los medios económicos necesarios para atender los cuidados que requiere un embarazo y para mantener al niño.

Es una amenaza para los líderes anti-vida, para esos mismos que promueven la libertad sexual y la promiscuidad asociadas al uso de anticonceptivos y al aborto. Se promueve la libertad sexual como un negocio que aumenta las arcas de los laboratorios que fabrican anticonceptivos y los abortivos y también como un negocio para los organismos que los promueven que obtienen jugosos beneficios de ello. Pero no se acepta el fruto que muchas veces se obtiene a través de la unión sexual entre un hombre y una mujer: una nueva vida. Sexo sí, hijos no.

Una amenaza para las lideres feministas que entiende y promueven el ser femenino como una especie de derecho mal entendido y de libertad mal interpretada. Derecho y libertad para denigrarse, para ser promiscua y para arrastrase como la serpiente que tentó a Adán y a Eva y que introdujo el pecado en el mundo. Derecho y libertad para matar al hijo que se lleva en las entrañas.

«Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso» (Lc 1,49) «Esto se refiere ciertamente a la concepción del Hijo, que es “Hijo del Altísimo” (Lc 1,32), el “santo” de Dios; pero a la vez puede significar el descubrimiento de la propia humanidad femenina. “Ha hecho en mi favor maravillas”: éste es el descubrimiento de toda la riqueza, del don personal de la feminidad, de toda la eterna originalidad de la “mujer” en la manera en que Dios la quiso, como persona en sí misma y que al mismo tiempo puede realizarse en plenitud “por medio de la entrega sincera de sí”» (1).

Suplica: Madre Santísima, te pedimos la protección de la vida humana no nacida, enséñanos a amar y a decir SI A LA VIDA, si a Dios, si a Jesucristo Señor de la vida, verdadero Dios y verdadero hombre. Enséñanos a respetar y proteger la vida humana que sólo pertenece a Dios.


Esther María Iannuzzo.

(1) JUAN PABLO II, Mulieris Dignitatem N. 11



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