Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



jueves, 1 de septiembre de 2011

El ideal del educador calasancio según San José de Calasanz



Características que debían poseer los sacerdotes-pedagogos escolapios.

   Calasanz tenía un concepto tan alto del educador, y particularmente del maestro elemental, que llega a llamarlo ≤cooperator veritatis≥, es decir, cooperador de Dios en la propagación, en la difusión de la verdad.
   Calasanz quería que ciertas cualidades y dote físicas y psíquicas ya preexistieran como sustrato biopsicológico en el futuro educador. Él intuía que ciertos tipos y ciertos caracteres ya por naturaleza son educadores, mientras que otros no. Expresó su deseo de tener sujetos óptimos. Llegó a declarar ≤que es mejor ser pocos y buenos que muchos imperfectos≥.
   Las características y cualidades que según Calasanz debían poseer los maestros, y en particular los sacerdotes-maestros escolapios son las siguientes:

 

1. El concepto de educador según Calasanz (sus dotes y cualidades naturales)
   El maestro según el concepto calasancio, debe ser un apóstol, un misionero de la verdad que, difundiendo la luz disipe las tinieblas de la ignorancia, salve a los hombres de la esclavitud intelectual y moral y les haga verdaderamente felices. Es de él de quien depende, en cierto grado, el destino eterno, además del bienestar temporal de los hombres, tanto de cada individuo en particular como de las naciones en general.
   Pero un sujeto tal no nace espontáneamente, y Calasanz lo sabía, por ello exige una diligente selección de estos y su formación sumamente solicita; ante todo en la vida espiritual e interior, y después en las letras, en la didáctica y en la pedagogía. Además de otras cualidades, consideradas también fundamentales, como el buen ingenio, la buena índole y las buena costumbres. El educador calasancio debe tener también buena salud de cuerpo y de espíritu. Calasanz no despreciaba una cierta dignidad del aspecto externo, que, según él, tiene no poco valor educativo.

2. El amor de Dios y del prójimo en el educador calasancio.
     Para Calasanz la principal virtud del educador calasancio es el amor para con Dios y para con el prójimo, que cristaliza después en el amor práctico para con los niños, en la caridad pedagógica. Este amor lejos de ser inactivo, se condensa y se concentran en un afecto hacia el educando que lo lleva a comportarse como un ángel custodio, ≤al servicio de los niños≥, y ≤en su labor entre los pequeños≥ ≤para preservarles y salvarles del mal≥, ≤para dirigirles por el buen camino≥, ≤para iluminarles con la luz de Dios en el mundo≥ y, en suma, ≤para salvar sus almas y también sus cuerpos≥.
    Este amor del educador calasancio para con el alumno debe ser, ante todo, verdaderamente paternal. Como verdadero padre, él debe mostrar para con los escolares la benignidad y mansedumbre del Señor mismo y les debe convencer ≤con la verdad declarada, con amor de padre, mucho más que con gritos y palabras injuriosas≥, así su amor paternal será comprendido y correspondido por los escolares. Podría decirse que este amor pedagógico tiende a un solo objeto: que los educandos lleguen a ser ≤hábiles para santificarse y engrandecerse en el cielo≥.
 
3. La paciencia del educador calasancio.
   Calasanz quiere que la caridad pedagógica del educador vaya siempre acompañada de la paciencia, para él la caridad y la paciencia siempre van juntas. Con ≤gran paciencia≥ se puede esperar ≤gran recolección≥; más aún con la paciencia se puede obtener todo. La virtud de la paciencia mantiene lejos del educador la precipitación, la cólera, y si él consigue, ≤junto con la paciencia, hacer acopio de alegría, realizará obras de gran mérito≥. Sin paciencia, el educador no puede hacer nada, siendo ésta la manifestación práctica de la caridad.
    El educador calasancio dotado de la virtud verdaderamente pedagógica de la paciencia, sabe que ≤no es posible que inmediatamente se haga uno perfecto≥, y por ello debe soportar eventuales imperfecciones de los educandos y ≤poco a poco ayudarles a mejorar con advertencias paternales≥. La paciencia, acompañada de la virtud de la perseverancia, le servirá también en el tratamiento de los individuos difíciles, psicológicamente enfermos. 

4. La humildad del educador calasancio.
    El educador calasancio debe ser humilde, porque debe ser perfecto en toda virtud, y particularmente en la caridad. Y como ya hemos mencionado en el punto uno, deber ser un hombre de vida interior, Calasanz considera que el camino para llegar a ser sabio y prudente en la escuela interior es la santa humildad. Considera, además, que la humildad es inherente al oficio mismo del educador-maestro, que debe continuamente adaptarse al nivel cultural y moral y a la capacidad de los niños.
    Un espíritu soberbio y orgulloso no será jamás apto para la obra educativa, porque nunca sabrá olvidarse de sí mismo, ni pensar en las exigencias verdaderamente concretas del educando. La humildad confiere a los educadores una cierta facilidad y eficacia en comunicar sus propias ideas, sus propios pensamientos y propia virtud a los educandos, mientras que las palabras del educador proferidas sin humildad son palabras sin espíritu que no impresionan. La humildad hará al educador sirvo fiel de la verdad.
   Calasanz puso como modelo de humildad a sus educadores a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, la más humilde educadora del más grande Educando.
 
5. La pobreza del educador calasancio.
   La pobreza debe contribuir a la perfección del educador calasancio, porque, según él, ≤es necesario que quien desea hacer cosa grata a Dios y servicio útil al prójimo sea verdadero despreciador de toda cosa terrena y tenga la esperanza únicamente en Dios≥. El educador calasancio debe ser pobre. Porque debe dedicarse totalmente al servicio de los pobres; debe hacerse accesible a todos, ayudar a todos y no ser gravoso para nadie.
   Sólo el maestro pobre podrá trabajar con celo por los pobres, sólo él podrá comprenderles, sólo él podrá vivir independiente, inmune de la corrupción del mundo; sólo él podrá dignamente y sin interés representar y comunicar la verdad y la bondad divinas. Como la Madre de Dios pobre educó a su hijito divino pobre también, así el educador calasancio pobre debe educar a los ≤pobrecitos≥ hijos de Dios.
 
6. La castidad del educador calasancio.
    La castidad es una virtud indispensable del educador calasancio. Uno de sus principales deberes es el de afirmar a los jóvenes en el ejercicio fácil y estable de la angélica virtud, cosa que no podría hacer sin poseer él mismo todas las garantías necesarias para una vida pura, casta e inmaculada.
  Calasanz y sus primeros compañeros sacerdotes y pedagogos, si bien de una parte estaban convencidos de la importancia de esta virtud en el educador, por otra parte tuvieron la visión de que esta virtud podría hallarse amenazada precisamente en el ejercicio de la actividad pedagógica. En vista de esto, para evitar toda ocasión de peligro, Calasanz quiso que las habitaciones de los Padres estuviesen completamente separadas del colegio y que jamás los estudiantes fuesen allí introducidos. Así mismo ordenó, que no permitía nunca que el educador quedara solo con alguno de los alumnos.
    El educador, decía Calasanz, debe estar inmune de todo afecto particular y no puede jamás tocar, acariciar, a los niños, ni castigarles con sus propias manos.
    El principal modelo de castidad para el educador calasancio era la Reina de las Escuelas Pías, la castísima Virgen María.

7. La vida interior del educador calasancio.
    Calasanz quiere que el educador sea ≤hombre de espíritu≥, que tenga ≤un espíritu grande y fervor para ayudar no sólo a los jovencitos en las escuelas, sino también a los seglares, con ejemplo y doctrina, a abrazar el verdadero paraíso≥. El sabe y profesa que para educar a los jóvenes, aparte de la ciencia y de las cualidades didácticas, el educador debe tener una ejemplar vida espiritual y vivir una intensa vida interior. Vida interior que es alimentada y ayudada por el espíritu de recogimiento y se haya toda invadida de un profundo espíritu de oración, porque solamente así podrá afrontar las inevitables dificultades y hacer frente a las no pocas fatigas.
   Ya interiormente dispuesto, debe llegar a hacerse amigo sincero y fiel del silencio, porque sólo de esa forma podrá llegar al contacto inmediato con Dios y sentir las insinuaciones del Espíritu Santo, sumo y digno pedagogo, y únicamente así su hablar disciplinado y parco resulta educativo e instructivo en vez de destructivo.

8. El educador calasancio religioso.
   Según la concepción de Calasanz el educador debe ser religioso porque solo los votos religiosos le pueden proporcionar aquella estabilidad y perseverancia en la virtud que se requiere en la profesión pedagógica, y sólo los votos lo atan y estimulan con eficacia a su continuo y ciertamente no pequeño sacrificio.
  Calasanz quiere que sus educadores sean religiosos con votos solemnes, para hacerles más estables en su vocación pedagógica, para obligarles solemnemente con el vínculo de tales votos al alto ministerio de la educación. Además de los tres votos ordinariamente emitidos por los religiosos, les quiso obligar con un cuarto voto especial de la enseñanza. Con este cuarto voto Calasanz da un carácter, una impronta indeleble, a su orden. La dedica y casi la consagra a la educación de los jóvenes, y así se constituye en fundador de la primera orden educadora por excelencia.

9. El educador calasancio sacerdote.
    Calasanz quiso que sus educadores, además de religiosos, fuesen posiblemente sacerdotes, ≤siendo más a propósito sacerdotes para educar bien a los escolares que los clérigos y hermanos≥. El sacerdote, formado ≤en el conocimiento y amor de las cosas espirituales y eternas, resulta más a propósito para ayudar al prójimo ≥, y será más apto ≤para hacer conocer a los escolares, mediante el instituto, el camino de la perfección≥. Además, la alta dignidad del sacerdocio le dará autoridad y le conciliará respeto, en tanto que su carácter sacerdotal le dará mayor competencia en las cosas espirituales.
    Dada la gran importancia pedagógica que se atribuye en las Escuelas Pías a la enseñanza de la doctrina cristiana, a la frecuencia asidua a los sacramentos, a la piadosa practica de la oración continua, al oratorio festivo – quehaceres todos ellos por excelencia sacerdotales -, la misma naturaleza de las cosas requiere que el motor principal y casi exclusivo de tal sistema lo sea el educador-sacerdote.

10. Otras cualidades pedagógicas del educador calasancio.
   Quiso también Calasanz que el sacerdote-educador  calasancio estuviese adorando de otras cualidades por excelencia pedagógicas. La primera de ellas es la autoridad del educador. Según él el educador debe hacerse estimar, respetar, reverenciar, obedecer y amar por los escolares. ≤El educador debe ser respetado y amado por los buenos y temido por los malos y relajados≥. Esta autoridad no debe nunca basarse en un excesivo rigor, sino que se debe conseguir gracias a una feliz combinación ≤de severidad y benignidad≥, ≤uniendo la autoridad con la discreción≥, ser ≤más amado que temido≥. Quiso, así mismo, que esta autoridad no fuera comprometida por el maestro con su poco saber, con sus acciones o con su actuación poco pedagógica.
    Esta autoridad debe estar acompañada de otra cualidad que es la ejemplaridad. Enseña Calasanz que ≤más mueven los ejemplos que las palabras≥ y que el educador ≤primero debe obrar y después enseñar≥. El educador debe llevar una vida totalmente ejemplar y que dé a sus escolares un ≤buenisimo≥ ejemplo ≤tanto en las cosas del espíritu como en las letras≥. Debe ser consciente de que ≤las faltas de los superiores, por pequeñas que sean, son conocidas y notadas por los súbditos≥, y que ≤toda pequeña falta que notasen en él podría ser de gran daño al aprovechamiento de los educandos≥.
   Para Calasanz el educador debe ser también un buen psicólogo, es decir, una persona que pueda y sepa conocer hasta el fondo al educando. En el ejercicio del magisterio, ≤no debe guiar a todos a la perfección de la misma manera, sino conforme al talento de cada uno≥; también en el difícil quehacer de hacerse comprender y entender debe acomodarse a la capacidad de cada cual≥; debe ≤usar con todos tal estilo, que a cada uno aplique cada tarea para la que tiene talento≥.
   Con este profundo conocimiento del educando y con este acomodarse a su capacidad y carácter, no resultará tan difícil para el educador llegar a ser, en cierto sentido, maestro absoluto; así no se verá obligado a hablar a sus alumnos de modo genérico, sino que encontrará para cada uno las palabras más convenientes; de esa manera ≤animará a los escolares a ser diligentes en las escuelas y con más facilidad atraerá al servicio de Dios≥.
   Si bien, todas estas características enunciadas y descritas precedentemente, corresponden al ideal del educador-sacerdote calasansio querido por San José de Calasanz para formar parte de la orden por él fundada, y que hoy es conocida en todo el mundo como “Escuelas Pías”, no cabe duda de que muchas de ellas deberían ser poseídas por todos los educadores en general. Como decía Calasanz ≤el educador debe ser ejemplar≥. El educador es un punto de referencia para los niños y para los jóvenes, así como lo son los padres, primeros y principales educadores. La responsabilidad del futuro de los niños y de los jóvenes, y por ende, de la humanidad en general, recae principalmente sobre los padres y los maestros de hoy. Con los ejemplos que dan con sus palabras y con sus acciones, con los valores o antivalores que propagan, con su poca o mucha profundidad interior, con el hecho de ser personas coherentes e integras o no, los padres y maestros están construyendo, en gran medida, querámoslo o no, el mundo que nos espera.

Esther María Iannuzzo.



Nota:
 El libro de referencia utilizado para la elaboración de este artículo es SAN JOSÉ DE CALASANZ, Obra pedagógica, György Sántha, La Editorial Católica, S.A., 1984.

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