P. Daniel Muñoz, L.C. |
Hace unos días volví a ver la extraordinaria película de “El Señor de los anillos” por segunda vez, además de haber leído hace unos veranos el libro completo. En esta ocasión quedé sorprendido por las diversas profecías que Tolkin relata en su historia y que descubrimos con tanta claridad en nuestro mundo.
Una historia simbólica que quiere ofrecer una pista que guíe al hombre moderno ¿Qué significan esas diversas especies que pueblan la tierra media? ¿Dónde tienen su origen? ¿Qué oráculos deciden los destinos de estos habitantes?
Creo que es imposible responder a estas preguntas en un sencillo artículo, pero intentaré esclarecer una de las profecías que descubro a lo largo de la historia.
Sin lugar a dudas, lo primero que encontramos es la fuerza sobrehumana que posee el anillo protagonista. Ese poder oculto domina las voluntades de los que se acercan a él. Sin embargo, Gandalf el mago, nos da una sencillísima intuición de cómo vencer ese poder cuando en el momento de decidir Frodo llevar el anillo hasta Mordor, Gandalf hace un comentario parecido a éste: “Un Hobbit debe llevar el anillo porque son las creaturas más humildes de la tierra media”.
Era difícil que un Hobbit quedará atrapado por el poder del anillo porque eran sencillos y humildes. Tal vez Tolkin nos quiso profetizar que sólo quien es como un Hobbit podrá sortear las asechanzas de la soberbia, el orgullo, la autosuficiencia que parecen ser las dueñas de un poder sobrehumano en nuestro mundo.
Cuando buscamos el poder, la fama, la vanidad de la vida la voluntad queda esclavizada, se va deformando poco a poco, tanto que la imagen deforme de Golum es su resultado. Golum ya no es un Hobbit, es un moustro.
Esta profecía la podemos ver cada día en tantos hombres y mujeres de nuestro mundo que se debaten entre las sombras y la luz, entre el poder y el miedo, entre la fuerza del orgullo y la tenue luz de la sencillez de espíritu.
P. Daniel Muñoz, L.C.
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