Intenciones del Santo Padre Benedicto XVI para el mes de Septiembre 2011

PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener.

Audiencia General 03 de abril del 2013.



domingo, 30 de diciembre de 2012

Meditación del papa para el Ángelus en la solemnidad de la Sagrada Familia.



CIUDAD DEL VATICANO, domingo 30 December 2012.

¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy es la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En la liturgia, el pasaje del evangelio de Lucas nos presenta a la Virgen María y a san José, que fieles a la tradición, suben hasta Jerusalén para la Pascua, junto a Jesús que tenía doce años. La primera vez que Jesús entró en Templo del Señor fue a los cuarenta días después de su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido "un par de tórtolas o dos pichones" (Lc. 2,24) por él, que era el sacrificio de los pobres. "Lucas, cuyo evangelio está lleno de toda una teología de los pobres y de la pobreza, sugiere que la familia de Jesús estaba considerada entre los pobres de Israel; nos hace entender que entre ellos podía madurar el cumplimiento de la promesa" (L'infanzia di Gesù, 96).

Jesús hoy está de nuevo en el Templo, pero esta vez tiene un papel diferente, que lo involucra en primera persona. Cumple así, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según lo prescrito en la Ley (cf. Ex 23,17; 34,23ss) --a pesar de que aún no había cumplido el decimotercer año de edad--. Una señal de la profunda religiosidad de la Sagrada Familia. Sin embargo, cuando sus padres vuelven hacia Nazaret, sucede algo inesperado: Él, sin decir nada, se queda en la ciudad. Durante tres días, Maria y José lo buscan y lo encuentran en el Templo, hablando con los maestros de la Ley (cf. Lc. 2,46-47); y cuando le piden explicaciones, Jesús dice que no tienen de qué asombrarse, porque aquel es su lugar, es su casa, con el Padre, que es Dios (cf. La Infancia de Gesù, 143).

"Él –escribe Orígenes--, declara estar en el templo de su Padre, aquel Padre que nos ha revelado y del cual dice que es el Hijo» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 18, 5). La preocupación de María y José por Jesús, es la misma de cualquier padre que educa a un hijo, lo introduce a la vida y a la comprensión de la realidad. Hoy en día, por lo tanto, es necesario hacer una oración especial al Señor por todas las familias del mundo.

Imitando a la Sagrada Familia de Nazaret, los padres deben preocuparse seriamente por el crecimiento y la educación de sus propios hijos, a fin de que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin olvidar nunca que la fe es un precioso regalo con el cual alimentar a los propios hijos, incluso con el ejemplo personal . Al mismo tiempo, recemos para que cada niño sea acogido como un don de Dios, sea sostenido por el amor tanto el padre como de la madre, a fin de poder crecer como el Señor Jesús "en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc. 2,52). El amor, la lealtad y la dedicación de María y José sean un ejemplo para todas las parejas cristianas, que no son solo los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los guardianes de este don incomparable de Dios. Que el silencio de José, hombre justo (cf. Mt. 1,19), y el ejemplo de María, que guardaba todo en su corazón (cf. Lc. 2,51), nos haga entrar en el misterio pleno de la fe y de la humanidad de la Sagrada Familia. Deseo que todas las familias cristianas vivan en la presencia de Dios con el mismo amor y con la misma alegría de la familia de Jesús, María y José.


Benedicto XVI.

Fuente de la Información: http://www.zenit.org/article-43999?l=spanish


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