(Lc 1,49)
En esto se nos presenta María como ejemplo, en ésta característica femenina, para la mujer de hoy. Por una parte le habla a las mujeres que aun reuniendo todas las condiciones para poder ser madres, renuncian a esta posibilidad porque el tener un hijo representa para ellas una atadura que les impide desarrollarse como profesionales y socialmente. Por otro lado, la matenidad conlleva el riesgo de perder la forma de algunas partes del cuerpo y esto las hace menos atractivas, ante los hombres y ante las demás mujeres. Estas son consecuencias del pecado original que ha contribuido a desvirtuar las caractrísticas tanto femeninas como masculinas, de la falta de formación en la niña y en la adolescente en cuanto a todo lo que le es propio de acuerdo a su feminidad y del efecto que provocan los esterotipos de mujer que se nos presentan continuamente en los medios de comunicación social.
Es cierto que el modo en que fue concebido el hijo de María es único e irrepetible, pero cabe destacar aquí algunos aspectos impotantes: primero la aceptación de la voluntad de Dios, por parte de María, consciente de que aceptando su voluntad, lo que Él lleve a cabo en ella respetará toda su integridad de mujer y solo podrá exaltar en ella todo lo que es propio a su feminidad. Dios que la ha creado no hará nada que vaya en contra de su naturaleza. En segundo lugar, la aceptación por parte de ella, a la realización de su vocación según el designio de Dios, la vocación de madre, que la lleva a una entrega de sí al hijo que involucra todo su ser. En tercer lugar, María no estaría sola, tendría a su lado a José y juntos podrían ofrecerle un hogar a Jesús, él se encargaría del cuidado de ambos. Jesús crecería dentro de un hogar formado por un padre y una madre, tendría ante sí las imagenes y el ejemplo de lo correspondiente a los modelos masculino y femenino realizados a plenitud.
En el momento de la anunciación María muestra una gran prudencia, característica de una mujer inteligente y sensata, cuando pregunta al ángel: ≤¿Y, cómo será esto pues no conozco varón?≥ y una gran confianza en Dios cuando responde ≤hágase en mí según tu palabra≥.
Manteniéndose siempre unida al Padre, María, supo descubrir el designio de Dios sobre ella al haberla creado mujer, atender a su vocación y desarrollar a plenitud su feminidad.
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