
Dentro del matrimonio cristiano la mujer haya su espacio para realizarse en su vocación esposa y de madre, en el sentido espiritual y en el sentido biológico, mediante la entrega voluntaria y amorosa al esposo y a los hijos para todos juntos formar una familia que tendrá como ejemplo a la familia de Nazaret.
Tiene la mujer en la familia una doble misión; la de servirle de apoyo y ayuda a su marido y la de cuidar educar a sus hijos. Con relación al marido el apoyo no consiste solo en encargarse ella de la administración y organización del hogar y del cuidado de los hijos, sino en ayudar a éste en su crecimiento como persona y en el acercarlo más a Dios, en sus manos está también hasta un cierto punto, el alma de ese a quien Dios le ha dado como esposo y que le ha confiado a su cuidado.
En la educación de los hijos la mujer debe:
- Saberlos guiar de acuerdo a sus características según su sexo y de acuerdo a sus características personales para que sepan descubrir cuál es su vocación y su misión en la vida.
- Enseñarles el respeto a su cuerpo y ayudarles en el fortalecimiento de su voluntad para que sepan dominar sus instintos.
- Ser para ellos un modelo de quien actúa con dignidad.
Es prudente que la madre esté informada y formada sobre diversos temas que constituyen verdaderos problemas en el mundo y que asechan a los niños y a los jóvenes para que a su vez ella pueda preparar y orientar debidamente a sus hijos y así prevenir que ellos sean presa de esos males. La madre no debe tomar una postura ni pasiva, ni ingenua y pensar que sus hijos nunca caerán y ni serán victimas de esas situaciones, entre estos males están: la prostitución y los abusos sexuales, el alcoholismo y el uso de drogas y la homosexualidad.
La mujer debe ver en cada uno de sus hijos un don de Dios, ellos son almas que Dios coloca a su cuidado y que debe preparar para regresar al Él.
1 comentario:
que buen articulo,,, es bueno todos lo lean para asi saber e valor y la responsabilidad q tenemos con nuestros hijos
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